El síndrome de Estocolmo

San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina, UNASUR-CELAC, ELESQUIÚ.COM, EL EMILIO.

torturas

Por Humberto Adolfo Salas

En medicina, «síndrome” significa conjunto de síntomas, que es lo que siente el o la paciente como algo extraño, anormal, externo a su organismo. Es importante saber el tiempo que lleva establecido este extraño dolor, molestia, intensidad, para estudiar si es agudo, no más de 15 días; subagudo, alrededor de 40 días; crónico significa meses.
El otro componente es el signo o signos que el médico o médica observa con su ojo clínico y una conditio sine qua non: el deseo de curar, cómo camina el paciente, si se agita, tose; si tiene mareos, color de la piel y de la conjuntiva de los ojos; postura en la cama, si es en gatillo de fusil, si está acostado boca para abajo, etc.
Este conjunto de síntomas y signos será evaluado ya como síndrome clínico.
El síndrome de Estocolmo es un conjunto de síntomas y signos que tienen como causa etiofisiopatogénica el estrés que sufre una persona que está prisionera, privada de su libertad individual, fundamentalmente por causas políticas, sin condenas jurídicas, probadas o no, como ocurre con  las tiranías; se apresa por sospechas de conductas humanas contrarias, opuestas, sin condena judicial efectiva, como es que nos ha ocurrido a mi mujer y a mí personalmente y a Milagro Salas y a las compañeras y compañeros que fuimos apresados por los mercenarios y verdugos del golpe cívico-militar-clerical desde las Tres A lopezrreguistas, con Mott en Catamarca, con lo que se conocían como los vuelos de la muerte, los cadáveres que las mareas llevaban al Uruguay y Brasil, más los 30.000 detenidos desaparecidos por las FFAA cívico-clericales. Éste fue el común denominador que condicionaba muestra cárcel como detenidos subversivos como nos caratularon nuestros verdugos.
En la gran población carcelaria, la humanidad es diversa en el valor para afrontar una situación límite sin comunicación social, como nos fue en el penal de Sierra Chica y en la Unidad 9 de La Plata y a mi mujer en Villa Devoto, en Buenos Aires, lo mismo que a todos los compañeros «subversivos”. Aquí se presenta como explicamos someramente el síndrome, es decir síntomas + signos clínicos que conducen a la neurosis del abandono, que tiene tres componentes clínicos: 1) angustia por la gran producción simpático mimética de adrenalina y noradrenalina de la región medular de las glándulas suprarrenales, como impotencia invencible con signos cardiovasculares como hipertensión arterial, palpitaciones, insomnio, vómitos y/o diarreas, astenia, síndrome ciático, etc.; 2) agresividad cuando predomina el componente de la corteza de la suprarrenal denominado corticoides, los que al predominar pueden producir enfrentamientos justicieros contra los verdugos y si se puede, para la fuga oportuna, como ha ocurrido, de las rejas carceleras; 3) no valorización o agotamiento, por el encierro, destierro, tortura, amenazas crónicas por las verdugos, noticias sobre compañeras y compañeros «desaparecidos” que habían estado en igualdad de condiciones; esto es peligroso individualmente y para la población carcelaria política porque son personas totalmente vencidas en las que los componentes orgánicos suprarrenales se han agotado; entonces estos buscan la protección de los verdugos, a los cuales llegan al salir de la enfermería, delatando a excompañeros, lugares a donde pueden encontrarlos, dinero para las operaciones revolucionarias, etc.
En la Unidad 9 de La Plata un prisionero tupamaro uruguayo nos instruyó de cómo las FFAA orientales tomaron prisionero y torturaron al jefe Túpac Amaru, el compañero Raúl Zendic. Los cuatro jefes tenían su guarida hasta entonces no descubierta, pero un día uno de ellos, Víctor Perea Amodio, abandonó el local secreto y se presentó a la Policía, donde se identificó y allí fue atendido por los jefes que dispusieron el operativo; por supuesto que los jefes Túpac Amaru se defendieron y en el tiroteo una bala le perforó la mandíbula a Zendic.
Karl Jaspers, médico alemán, trabajó sobre la comunicación y las situaciones límite de los seres humanos y lo que hicimos fue una mera descripción fisiopatológica de todo este proceso enfermizo que conduce al síndrome de Estocolmo, que resulta de la comunicación enfermiza a la que pueden llegar algunos seres humanos puestos en situaciones límite.
En la Esma se dio el conocido caso de una prisionera política que se hizo amante del jefe de ese penal, el almirante Chamorro: la «Negra”.
Por mi parte, en la penumbra de la celda 647 del Penal de Sierra Chica y en la celda 887 de la Unidad 9 de La Plata escribía para mis tres hijos de 12, 11 y nueve años, contándoles mi experiencia como médico rural de 10 años en Almafuerte, Córdoba, como único médico y director del hospital vecinal y de mis casi tres años en Singuil y en Ambato, 30 meses. Mis hijos guardaron sus cartas en una caja; mi mujer, Virginia, fue liberada tres meses antes que a mí, el 30 de marzo de 1978 y por supuesto leyó mis cartas de «detenido subversivo”. Para mediados de 1979 se publica en el boletín oficial del Círculo Médico local una comunicación de la Fundación Judía Argentina sobre mi «Experiencia de un médico rural”. Mi extinta mujer me dijo que me presente al concurso nacional, en donde los trabajos iban con pseudónimo, concurso avalado por los profesores académicos Osvaldo Fustinione y Alberto Rodríguez Castell, Ahumada y Sánchez Quintana por la Comra y David Sleveler por los organizadores. Bueno, gané una medalla, diploma y dinero ($200.000).
No tuve el síndrome de Estocolmo; Virginia tampoco. Nos bancamos la cana falangista clerical. Tampoco colaboramos con la pata política del Proceso como la UCR, Movilización. ¡Fuimos peronistas!

Humberto Adolfo Salas
DNI 6.944.292

Fuente:http://www.elesquiu.com/testimonios/2016/11/9/sindrome-estocolmo-231224.html

Foto: https://cepiadet.wordpress.com/page/3/

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